Era muy temprano en la mañana, una anciana muy asustada entró en la comisaría de Barcelona. Su nombre era Isabel Casas, viuda de 81 años, tuvo un sueño terrible que la había asustado mucho.
A pesar de su edad y su mala salud, se las arregló para llegar hasta el lugar y dar la alarma.
Muy nerviosa, dijo al funcionario de turno que en su sueño había visto la cara de su amigo y vecino Rafael Pérez “contraída de terror” y oído una voz desconocida que decía: “Van a matarnos”.
La policía española se inclinaba a considerar que sólo se trataba de una pesadilla. Pero le intrigó saber que la señora Casas no veía al señor Pérez, único inquilino que habitaba en el mismo edificio, desde hacía diez días.
Normalmente, su vecino, Rafael, cocinero de 56 años, la visitaba cada día, pero le había escrito una nota diciendo que se marchaba por un tiempo. Era raro, pensó la policía, que la nota hubiese sido entregada sólo tres días después de la última vez que había visto a su vecino. ¿Por qué Pérez no se lo había dicho personalmente?
La policía decidió investigar y encontraron a Pérez atado en la azotea de la casa. Al declarar, dijo que dos hombres habían entrado en su apartamento y lo habían obligado a firmar 28 cheques, con los que pensaban ir retirando del banco algo más de dos millones de pesetas.
Después, lo forzaron a escribir la carta a la señora Casas, para que ésta no sospechara nada. Finalmente lo ataron y dijeron que volverían, una vez conseguido todo el dinero, para matarlo.
Rafael Pérez salvó la vida gracias al vívido sueño telepático. Luego la policía esperó y apresó a los delincuentes cuando volvieron a la escena del delito.
¿Qué es la Telepatía?
La Telepatía (del griego, «lejos» y, «sentimiento») consiste en la transferencia de pensamientos o sentimientos entre individuos a través de la mente, sin el uso de los cinco sentidos. Es considerada como una forma de percepción extrasensorial (abreviada PES, de la expresión inglesa extra-sensory perception, ESP). La telepatía se relaciona a menudo con diversos fenómenos paranormales como la precognición y la clarividencia.
Historia de la Telepatía
La palabra telepatía propiamente dicha fue acuñada en el año 1882 por un distinguido erudito e investigador de Cambridge, F.W.H. Myers (su nombre fue inspirado por las técnicas electromagnéticas de telecomunicación que reciben nombres como teléfono y telégrafo).
Uno de los pioneros en investigación telepática fue sir William Barrett, un profesor de física en el Royal College of Science de Dublín. Barrett realizó varios experimentos con sujetos hipnotizados que lo convencieron de que la telepatía era una realidad.
Cuando Barrett presentó su ensayo Some phenomena associated with abnormal conditions of the mind (Algunos fenómenos asociados con condiciones anormales de la mente) a la Asociación Británica para el Progreso de la Ciencia, fue rechazado por el comité de biología.
Finalmente lo presentó a la sub sección de antropología, donde sólo fue aceptado por el voto decisivo del secretario, doctor Alfred Russell Wallace, quien también era un perspicaz investigador de los fenómenos psíquicos.
A comienzos de 1900 muchos grupos de investigadores realizaban imaginativos experimentos para probar la existencia de la telepatía.
El famoso físico, profesor Oliver Lodge (más tarde sir Oliver Lodge) realizó pruebas con dos muchachas que afirmaban poder leerse mutuamente el pensamiento. Sus demostraciones le parecieron convincentes y en 1909 publicó un libro sobre ellas, The survival of man (La supervivencia del hombre).
Pero como a las chicas se les permitía tomarse de la mano mientras enviaban sus imágenes telepáticas, no se puede descartar la posibilidad de que estuvieran empleando una clave. Esta sospecha queda reforzada por las estadísticas de Lodge, las cuales mostraban que, cuando, las chicas no se tocaban, los resultados bajaban a los niveles del azar.
En 1917 el psicólogo John E. Coover de la Universidad de Stanford dirigió una serie de pruebas sobre telepatía consistentes en transmitir y adivinar naipes. Los aciertos fueron levemente superiores a los esperados por azar, concluyéndose que el resultado había sido aleatorio.
En 1920, René Warcollier dirigió experimentos de telepatía entre Francia y Estados Unidos; muchos obtuvieron resultados muy espectaculares. Pero no todas estas primeras investigaciones resultan aceptables para el rigor científico.
Enviar imágenes telepáticamente
En los años 30, la obra del conocido escritor Upton Sinclair interesaba mucho al público. Según el autor, su mujer tenía considerables dotes psíquicas y podía “recibir” telepáticamente imágenes enviadas por su marido u otros transmisores.
A veces, estos experimentos se realizaban en habitaciones contiguas, otras veces a mayor distancia. Sinclair publicó los resultados
en su libro Mental radio, revelando que en un total de 290 experiencias, la señora Sinclair tuvo un 23 % de éxitos, un 53 % de éxitos parciales y un 24 % de fracasos.
El parecido entre los dibujos originales y las «copias» de la señora Sinclair es a menudo notable, lo que obliga a descartar la coincidencia; pero dificulta al mismo tiempo el análisis estadístico de los resultados.
De hecho, los éxitos parciales eran con frecuencia tan brillantes como los aciertos, porque permitían entender la forma en que la señora Sinclair percibía las imágenes.
En una ocasión, Upton Sinclair dibujó un volcán del que salía humo negro. Su mujer hizo un dibujo muy parecido, pero no identificó el volcán y supuso que el humo representaba un escarabajo. Si se hubiese tratado de una prueba que requería sólo respuestas verbales, su descripción de un escarabajo se hubiese considerado un error. En cambio, el dibujo mostró que había percibido la imagen con mucha exactitud.
Sinclair, sabía que la mayor parte de las personas inteligentes eran escépticas respecto a la telepatía. Es así que uno de sus amigos lo atacó en un artículo periodístico titulado: “Sinclair cree en fantasmas”.
Las cartas Zener en telepatía
Las cartas Zener son tarjetas o naipes que se utilizan en experimentos de percepción extrasensorial (ESP) o clarividencia. Fueron diseñadas a principios de la década de 1930 por el psicólogo Karl Zener para realizar experimentos con su colega, J.B. Rhine.
El doctor J. B. Rhine comenzó a investigar la telepatía en su laboratorio. Rhine utilizó nuevos métodos y símbolos fáciles de identificar (cartas Zener) para asegurarse de que no había dudas sobre los aciertos o errores de sus sujetos. Los resultados fueron muy buenos y convencieron a Rhine y a muchos otros de que la comunicación entre mentes era real.

Pero todavía había escépticos, como, por ejemplo, el psicólogo Bernard Riess.
Cuando el doctor Rhine fue invitado a dar una conferencia acerca de sus trabajos en el Barnard College, el psicólogo Bernard Riess lo interrogó con tal impertinencia que Rhine proclamó que se le estaba acusando de embustero.
Pero en vez de defender sus experimentos, Rhine sugirió a Riess que realizara sus propias pruebas, usando todos los controles que creyera necesarios. Los estudiantes de Riess le exhortaron a aceptar el desafío. Para ello convocaron a una joven que decía poseer habilidades psíquicas.
Durante varios meses, Riess realizó sus propias experiencias de adivinación utilizando las cartas Zener con la chica.
El ensayo consistió de 74 sesiones con 25 cartas cada una (1850 pruebas) y para sorpresa de Riess el promedio fue extraordinariamente positivo, de 18 aciertos sobre 25.
Riess, que había denigrado la investigación de la telepatía, ahora tuvo que defender su experimento en 1938, cuando la Asociación Psicológica Americana organizó sobre el tema un simposio. En el mismo expresó a la asamblea:
“No se puede criticar el método usado. Tenía la baraja en mi escritorio, la mezclaba, y a la hora fijada daba vuelta las cartas, una por una, anotando cada símbolo. Mantuve mis notas bajo llave en el escritorio y a veces pasaba
una semana, antes de que sumara los resultados y observara el alto número de aciertos que lograba ... El único error que puede haberse filtrado es la posibilidad de un engaño, y la única persona que podría haber realizado el engañado soy yo, ya que el sujeto no supo en ningún momento que su performance era muy buena, ni cuáles eran las cartas que yo estaba mirando...”

La telepatía y el sueño
Los investigadores notaron que más de la mitad de los episodios telepáticos sucedían durante el estado de sueño.
Es así que los investigadores Montaque Ullman y Stanley Krippner de Maimonides Medical Center de Brooklyn (Nueva York) emprendieron una serie de experimentos para comprobar la telepatía durante el sueño.
El experimento consistía en aislar a una persona «receptor» en un cuarto insonorizado y electrónicamente blindado.
El receptor sería monitorizado mientras dormía en busca de patrones encéfalo gráficos y movimientos oculares rápidos que caracterizan el estado de sueño.
Al mismo tiempo un «emisor» en otra habitación intentaría entonces enviar una imagen, aleatoriamente seleccionada de un conjunto, al receptor concentrándose en dicha imagen durante los estados de sueño detectados.
Cerca del final de dichos estados, el receptor sería despertado y se le pediría que describiese su sueño durante tal periodo.
Los datos recogidos sugerían que algunas veces la imagen era incorporada de alguna forma en el contenido de los sueños del receptor. Aunque los resultados de los experimentos de telepatía durante el sueño eran interesantes, llevarlos a cabo exigía muchos recursos (tiempo, esfuerzo, personal).
Otros investigadores buscaron alternativas más económicas, como los llamados experimentos ganzfeld.
Reflexión Final
La gran pregunta sigue aún en pie. ¿Existe la Telepatía? ¿Es posible que dos mentes puedan sintonizar una con otra?
Casos documentados sobran. Pero al tratar de llevar estos casos al laboratorio los porcentajes de éxitos bajan.
Se ha comentado mucho del uso de telepatía por los servicios secretos estadounidenses y rusos. Un caso muy renombrado ha sido el del Teniente Jones, quien por simple pensamiento adivino las cartas que otro hombre estaba mirando a 2000 kilómetros de distancia.
Sintonizar dos mentes y probar la existencia de dicha sintonización sigue siendo algo difícil de demostrar y hasta el momento no se puede asegurar su existencia.