Si no encaja en la ciencia actual, no existe.
Uno de los mejores ejemplos al respecto, fue el intento realizado por el matemático londinense profesor John Taylor, para definir y explicar la rabdomancia o radiestesia.
Taylor, comenzó con la premisa que en el Universo solo hay cuatro fuerzas: electromagnética, nuclear débil, nuclear fuerte y gravitacional.
Para Taylor la rabdomancia, si o si, debía utilizar una de ellas, casi con seguridad la fuerza electromagnética, y casi seguramente la gama de baja frecuencia de microondas.
Pero mientras estaba estudiando fenómenos de rabdomancia, no pudo registrar ninguna actividad definida en sus detectores. Por tanto dijo: la rabdomancia no existe, no puede funcionar.
Semejante pensamiento por parte de un científico, no suele ser sorprendente, de hecho, lamentablemente es común, ya que todo lo que no encaja en la estructura de la ciencia es peligroso y paranormal.
Radiestesia, obra de fuerzas malignas
Los primeros intentos detallados de explicar la radiestesia surgieron en el siglo XVII. Estos estudios, fueron escritos por clérigos eruditos (católicos o protestantes) que consideraron que la rabdomancia estaba guiada por fuerzas malignas.
Hasta el mismo Lutero condenó la actividad, ya que la citó entre las prácticas que violaban los mandamientos contra la adoración de falsos dioses.
Sin embargo, en el año 1641, el jesuita Athanasius Kircher, quien llamo a la vara adivinatoria vírgula metalloscopia afirmó que, tras haber realizado numerosas pruebas, había quedado convencido de su eficacia. Fue el primero en indicar que la varita se movía a causa de los movimientos musculares inconscientes del zahorí, además aseguraba que lo había demostrado experimentalmente.
La varilla rabdomante del diablo
El 1658, una disertación en la Universidad de Wittemberg, en Alemania, puso sobre el tapete el tema de si la rabdomancia se debía a una fuerza oculta. Allí se decidió que, si bien la varilla se movía, no era a causa de fuerzas ocultas, era a causa del fraude, y los casos restantes se debían simplemente a un pacto realizado con el diablo.
Cabe mencionar que en aquellos tiempos la expresión “obra del diablo”, designaba a los fenómenos inexplicados, como lo hace hoy en día el término “sobrenatural”.
La materia asesina de Jacques Aymar
Sin duda alguna Jacques Aymar, formó parte de uno de los casos más espectaculares de la rabdomancia.
Ferviente practicante de la radiestesia, un día descubrió que sus habilidades tomaban una dirección particular. Al cavar en el lugar indicado por la varilla, descubrió en lugar de agua, la cabeza de una mujer asesinada. En la casa de la mujer, la varilla reacciono en dirección al viudo, que inmediatamente se dió a la fuga.
Aymar no tardo en forjarse una reputación como buscador de criminales. Uno de sus casos más notorios fue cuando se le pidió que encontrara a los asesinos de un comerciante y su mujer en la ciudad de Lyon.
La varilla, lo condujo a lo largo de un camino que bordeaba la orilla derecha del Ródano. Pero cuando la varilla se mostró activa, Aymar comenzó a tener fiebre, su pulso se aceleró y luego se desmayó.
Al volver en sí, indicó las casas en las que habían ingresado los fugitivos, cosa que la policía pudo confirmar con posterioridad. Finalmente, Aymar llevó a la policía, a la prisión de la Villa de Beaucaire, a unos 240 km al sur de Lyon. Allí la varita señalo a un hombre que acababa de ser detenido por un robo menor. El hombre negó conocer a los asesinos, pero fue conducido a Lyon siguiendo la ruta indicada por Aymar. Abrumado por la exactitud de las afirmaciones, el asesino terminó por confesar el crimen.
Aymar manifestó, tiempo después, que la violenta agitación que notaba al perseguir asesinos no se hacía notar cuando buscaba ladrones, agua o dinero, lo que hizo que se especulara acerca de una hipotética “materia asesina”, que se desprendía de los asesinos.
Radiestesia y ciencia moderna
Ya hemos estudiado en extensión la historia de la radiestesia. A mediados del siglo pasado, varios investigadores trataron de encontrar fuerzas físicas relacionadas con la rabdomancia. Se realizaban un experimento tras otro, anotando los fenómenos físicos aparentemente asociados con la respuesta de los zahoríes.
Por ejemplo, la labor de Franklin y Maby en Gran Bretaña, abarca efectos e interacciones de los campos magnéticos de la Tierra, niveles de radiación cósmica, el tiempo climatológico, las ondas de radio y muchos otros fenómenos.
S.W. Tromp de los países bajos, probo que la varilla del zahorí no se mueve por su cuenta; a pesar de sus propias impresiones, es el zahorí quien la mueve en realidad.
Estudios realizados más recientemente, entre 1987 y 1988 en la ciudad de Munich por Hans-Dieter Betz y otros científicos, demuestran resultados contundentes.
Se tomó una muestra de 500 zahoríes, elegidos inicialmente por su habilidad, de entre ellos se seleccionaron a los mejores 43. El estudio consistió en bombear agua a través de una tubería en la planta baja de un granero de dos pisos. Ante el comienzo de cada prueba, el tubo de agua se mueve en diferentes direcciones. En la planta superior, se le pidió a cada zahorí determinar la posición de la tubería.
En total se realizaron 843 pruebas y de los 43 candidatos pre seleccionados, al menos 37 no mostraron capacidad radiestésica. Pero los 6 restantes tuvieron una media de aciertos elevada (mejor que el azar).
Por lo cual los experimentadores llegaron a la conclusión que algunos zahoríes en tareas particulares, mostraron una tasa elevada de éxito, que no se podría explicar solamente como cuestión del azar.
Cinco años más tarde un estudio publicado también en Munich por el profesor en fisiología Jim T. Enright, destaco como correcto el estudio anterior, pero afirmo que los resultados son consistentes con fluctuaciones estadísticas y ello no significa un poder de adivinación.
Enright, baso su afirmación en que los experimentadores deberían haber decidido de antemano como analizar estadísticamente los resultados, no eligiendo solamente a los que tuvieron mayor éxito.
El escritor científico Peter Daempfle ha señalado que cuando la radiestesia se somete a pruebas científicas, falla. Daempfle, además agrega que, aunque algunos afirman que los zahoríes tienen éxito, esto se puede atribuir a que las corrientes de agua subterráneas se distribuyen de forma relativamente uniforme en ciertas áreas.
Reflexión final
En base a todo los mencionado, podría decir que la radiestesia actúa en el zahorí en base a una tecnología mágica.
Si describimos a la rabdomancia o radiestesia en términos físicos, no es posible explicar sus efectos sobre mapas; si la describimos en términos psíquicos, debemos dejar al margen los fenómenos físicos, tales como los cambios en el magnetismo.
Según creyentes acérrimos de la radiestesia, lo que importa es que la capacidad de la radiestesia existe en todos nosotros de una forma u otra. Y esto agranda la grieta entre el mundo normal de la tecnología y de la “razón” y el “no tan normal” de la parafísica.
Por naturaleza, no se ha podido explicar, ni encontrar una respuesta adecuada a sus efectos; pero está aquí entre nosotros y ha sobrevivido por cientos y cientos de años.