El 25 de julio de 1959, un pasajero misterioso embarcó en el submarino Nautilus. Durante 16 días, la joya de la U. S. Navy permaneció sumergida en el océano Atlántico, y el pasajero desconocido no salió en todo el tiempo de su camarote.
Un experimento de telepatía humana había comenzado, los resultados sorprendentes.
[the_ad id=»5010″]El experimento telepático
Durante 16 días, un pasajero desconocido, con el nombre clave de “Teniente Jones”, fue encerrado totalmente aislado en un camarote del submarino de la marina estadounidense.
Las únicas personas autorizadas a entrar en el camarote del Teniente Jones fueron el capitán del submarino, el Comandante Anderson y un grumete. El comandante solamente se limitaba a recoger dos veces por día una hoja de papel, el cual introducía en un sobre y lo cerraba.
El capitán Anderson sellaba los sobres con las siguientes anotaciones. Fecha y hora en uno de sus lados y en el otro la nota “ultra secreto, destruir en caso de captura”.
El lunes 10 de agosto de 1959, el Nautilus entró en el puerto de la Bahía Croyton. Un coche oficial aguardaba al pasajero desconocido.
En cuanto éste llegó, el coche arrancó en dirección al aeródromo militar más próximo. Allí esperaba un avión con los motores encendidos, que acto seguido despegó hacia Maryland al Centro de Investigaciones Especiales Westinghause, de la Fuerza Aérea Norteamericana.
A su llegada, fue recibido por el coronel William Bowers, director de la sección de Ciencias Biológicas. Ambos ingresaron en un edificio en cuya fachada se leía: “Centro de investigaciones especiales Westinghouse”. El pasajero misterioso, al que Bowers llamó «teniente Jones», entregó al coronel los sobre sellados por el capitán del Nautilus.
Bowers extrajo de la caja fuerte un grupo de sobres idénticos. En cada uno había una hoja de papel con una fecha. Al comparar las dos hojas de papel que correspondían a la misma fecha, resultó un hecho asombroso: en una y otra, los signos eran los mismos, y estaban dispuestos según el mismo orden, con una precisión que superaba el 70%.

Los resultados
¿Qué había pasado? En el Nautilus, a varios cientos de metros bajo el agua, el “teniente Jones” había conseguido adivinar, por simple transmisión de pensamiento, las cartas que otro hombre estaba mirando a más de 2000 km de distancia.
En los dieciséis días que el “Teniente Jones” estuvo sumergido, no recibió ningún mensaje de radio. Los submarinos son incapaces de recibir señales de radio cuando navegan a grandes profundidades, ya que dichas ondas no pueden atravesar el agua salada (excepto en unos 30 metros, y sólo cuando las ondas son de muy baja frecuencia).
El experimento comprobó que era posible la comunicación directa mente a mente, sin la utilización de ningún otro elemento. También se pudo comprobar que la telepatía humana no actúa por medio de ondas de radio.
El experimento no detecto ningún medio físico conocido de comunicación entre el receptor y el emisor. Si se pudo comprobar que el fenómeno, se produce de igual manera tanto a unos pocos, como a 2000 kilómetros de distancia.
En febrero de 1960, la revista francesa Science et Vie, publico un reportaje sobre lo sucedido. Pese a que la Marina norteamericana negó la historia del Nautilus, los soviéticos lo tomaron en serio y, en consecuencia, el trabajo de los investigadores psíquicos rusos, que se había mantenido en secreto durante 30 años, fue hecho público.
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