La Rabdomancia es uno de los pocos campos de las ciencias paranormales, en donde se pueden medir los resultados. Los Zahories afirman poder detectar la existencia de flujos magnéticos o de las llamadas líneas ley, de corrientes de agua de subterráneas, etc. Además sustentan la eficacia de su técnica «adivinatoria» en razones psicológicas.
El Arte Zahorí, fue evolucionando y en el año 1879, el péndulo se agrego como equipo de medición, los primeros consistían en la típica plomada de albañil o simplemente una piedra atada a un trozo de hilo.
La incorporación del péndulo, trajo aparejado un conjunto de nuevas técnicas y fue partir de dicho momento donde rabdomancia se utilizó como instrumento de búsqueda, en lugar de restringir su uso únicamente al agua y minerales.
Estos zahoríes dieron un nuevo nombre al arte que practicaban: radiestesia.
¿Qué es la rabdomancia?
La rabdomancia se corresponde con la capacidad de las personas o animales de percibir radiaciones, normalmente con la ayuda de instrumentos amplificadores como el péndulo o las varillas.
Al profundizar en el estudio de la rabdomancia se demostró que aquello con lo que trabajaban no podían ser radiaciones, en el sentido usual de la palabra, ya que muchos zahories conseguían resultados positivos trabajando sobre un mapa, en lugar de hacerlo in situ.
Orígenes de la rabdomancia
Podríamos inferir que el origen de la radiestesia es oscuro, mas bien asociado a las ciencias ocultas. La primera vez que se menciona el uso de una varilla en la bibliografía, corresponde al año 1430, en un manuscrito alemán, perteneciente a un técnico en minas.
Al parecer, en aquellas épocas, este tipo de adivinación se utilizaba únicamente en minería para hallar carbón y otro tipo de minerales.
A finales del siglo XVI, se han encontrado más referencias que indican que el arte de la adivinación era de uso normal desde hacía años. Y para el siglo XVII, la baronesa de Beausoleil, adopto el uso de la rama en forma de “y” para hallar pozos de agua.
Pero la nueva ciencia que comenzaba, no tenía espacio para lo que se consideraba inexplicado y durante los dos siglos siguientes la rabdomancia fue considerada como ignorancia; superstición, y obviamente para la época: obra del diablo.
Muchos de los zahoríes de la época, eran gente totalmente “normal”, con el infortunado don de estremecerse un poco cuando pasaban sobre el agua. Tal es así, que muchos de estos zahoríes trabajaban como excavadores de pozos.
Una mención muy precisa de la vida que llevaban los zahoríes se menciona en el libro de William Barret, “The divining rod” (La vara adivinadora).
En la estación de Shepton Mallet, en la línea de Somerset a Dorset, se había decidido cavar un pozo junto a la vía para suministrar agua a las locomotoras. Habíamos llegado a una profundidad de 45 metros siempre entre rocas liásicos azuladas, enormemente densas y duras y tan secas como un hueso, de modo que comenzamos a perder las esperanzas. Después de muchas dudas y temores de que no fuera más que un engaño (éramos muy incrédulos) decidimos pedir consejo al señor Mullins (rabdomante), quien acudió enseguida y rápidamente. Halló muy cerca de allí lo que habíamos estado buscando durante tanto tiempo. Resulto que el lugar más propicio estaba a unos 15 metros de nuestro pozo. Observando las indicaciones de su varilla, Mullins nos aconsejó abrir en nuestro pozo una galería lateral, por debajo del nivel del suelo. Así se hizo, y cuando nuestros mineros llegaron al lugar que había indicado la varilla, tuvieron que largarse a correr para poder salvar sus vidas, dejando abandonadas sus herramientas y ropas.
El pozo se llenó rápidamente, y cuando lo abandonamos en 1879 el agua llegaba a 3.5 metros de la superficie.
En los años treinta del siglo pasado, el abbé Mermet adquirió gran reputación utilizando estas técnicas para localizar el cuerpo de gente desaparecida, simplemente manteniendo un péndulo suspendido sobre un mapa. Todos sus secretos fueron publicados en su libro “Principios y prácticas de la radiestesia” (1935).
La varilla como instrumento de diagnóstico
Uno de los campos que estos zahoríes desarrollaron mas extensivamente fue el de la utilización de la varilla como instrumento de diagnóstico médico, hasta el extremo de que el termino radiestesia, paso a utilizarse casi exclusivamente desde el punto de vista médico.
Situaciones comunes para la época, era ver a un consejero médico moviendo un péndulo sobre un paciente.
Uno de estos consejeros era el doctor H. Tomlinson, que en el año 1958 publicó la primera explicación razonada del mecanismo de envenenamiento por aluminio, utilizando la radiestesia médica.
Con el correr de los años, los zahoríes invadieron la terapéutica con la llamada “caja electrónica”, creada por el ingeniero británico George de la Warr.
El tratamiento médico con este sofisticado instrumento era complicado.
La caja electrónica de la Warr
De La Warr fue conocido por su dispositivo, el cual desarrolló a partir de la caja negra de Albert Abrams.
El uso principal de su caja electrónica era el de diagnosticar enfermedades. En un tubo situado entre dos imanes se colocaba una muestra del paciente (generalmente sangre u orina); se ajustaban los imanes y se ponía en marcha una secuencia de números en varios diales.
Según su creador, las marcas en el dial indicaban diversas condiciones patológicas del paciente, cuya muestra de sangre se estaba analizando.
Se decía entonces, que estas eran las frecuencias de las radiaciones de la enfermedad.
Luego se ponían en otra máquina los códigos complementarios para sanar. Llamada la frecuencia inversa y por medio de la muestra, se transmitía al paciente para contrarrestar la enfermedad.
De La Warr fundó un laboratorio de investigación en Oxford, Inglaterra, Delawarr Laboratories, y desarrolló varias cajas negras con fines médicos, incluido el detector de energía del pensamiento, un aparato de apreciación del arte, el Psychoplot y el vibrógrafo, que detecta los cambios moleculares.
También experimentó con fotografías relacionadas con la radiación de muestras de sangre. Sus teorías sobre la radiación sutil se presentan en detalle en el libro New Worlds Beyond the Atom (1956).
La cámara fotográfica fue cedida a Marcel J. Vogel, del Psychic Research Inc. en San José, California; que junto con Dan Willis, hicieron numerosos experimentos. Tras la muerte en 1990 de Vogel, este aparato desapareció definitivamente.
Las patentes de De la Warr, son las siguientes:
Patente 1.084.318 de Francia – «Perfectionnements à la recherche d’une radiación fondamentale».
Patente del Reino Unido número 741.651 – «Aparato terapéutico».
Patente del Reino Unido número 761.976 – «Aparato terapéutico».
La arqueología y los conocimientos zahoríes
Un campo muy utilizado por los zahoríes fue la arqueología. Un ejemplo de ello fue el descubrimiento de una ruina en Londres en el año 1938.
El zahorí, L. L. Latham, estaba intentando establecer el recorrido de una alcantarilla, cuando observó que esta realizaba un recorrido extraño.
Latham dibujó esta curva y sostuvo que debajo de las dos construcciones del siglo XVIII había una estructura rectilínea. Efectivamente, 5 metros más abajo se encontraban los cimientos de una fortificación romana.
Guy Underwood, estudioso del arte zahorí, halló una curiosa coincidencia: las corrientes de agua coinciden con lugares sagrados, como iglesias o menhires prehistóricos. Detrás de cada punto clave había un nudo de corriente, una especie de fuente oculta.
Underwood estaba convencido de que estos lugares habían sido escogidos para señalar la convergencia de estas corrientes.
Para Underwood y muchos de sus seguidores, estos emplazamientos son la expresión del trabajo de un tipo de sacerdotes que conocían estas propiedades de la naturaleza y las utilizaban para solucionar disputas sobre demarcaciones, decidir el trazado de senderos, caminos, y muchos otros asuntos.
Reflexión final
Todas las civilizaciones del mundo, sim importar la época, dependían del agua.
Localizar el agua y valorar que la población se podía mantener de ese acuífero, era el primer paso en el crecimiento de cualquier asentamiento.
Podemos decir que el arte zahorí, es un arte energético que armoniza tres tipos de energía: de la tierra, del cielo y del ser humano.
Al parecer todas estas energías son canalizadas por formaciones en forma de “y”, o mediante un péndulo, que el zahorí lleva entre sus manos.
Cuentan las leyendas que en tiempos antiguos el hombre tenía la capacidad de percibir estas pequeñas radiaciones y ubicar a sus poblaciones en lugares saludables, libres de radiaciones nocivas.
¿Puede una simple rama en forma de “y”, o un péndulo ondulante, canalizar las energías y mostrar en donde se esconde el agua subterránea?
Al parecer la respuesta es sí. Y como veremos en el próximo artículo, cualquiera de nosotros podría adquirir ese don.
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