Arqueólogos israelíes, han descubierto una serie de artefactos que no se habían visto en décadas, incluidos fragmentos de un texto bíblico. Israel reveló fragmentos del pergamino bíblico de 2000 años descubierto en el desierto de Judea, en el sur de Israel, y calificó el hallazgo como uno de los más importantes desde los Manuscritos del Mar Muerto.
“Por primera vez en unos 60 años, las excavaciones arqueológicas han descubierto fragmentos de un pergamino bíblico”, dijo la Autoridad de Antigüedades de Israel (AAI) en un comunicado.
Los fragmentos, escritos en griego, han permitido, según los investigadores, reconstruir pasajes de los libros de Zacarías y Nahum, que forman parte del libro de los doce profetas menores de la Biblia. Fueron encontrados durante excavaciones en una cueva de un acantilado de la reserva natural de Nahal Hever.
Muchos otros hallazgos
Además de los fragmentos de pergamino, se desenterraron objetos que remontan a la revuelta judía de Bar Kokhba contra los romanos (132-136 d.C.), así como un esqueleto de niño momificado de 6000 años de antigüedad envuelto en tela y una cesta de 10.500 años, probablemente la más antigua del mundo, estima la AAI.
Este nuevo descubrimiento “podría profundizar en la historia de la traducción griega de la Biblia”, según Yosef Garfinkel, director del instituto arqueológico de la universidad hebrea de Jerusalén.
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Para Israel Hasson, director de la AAI, que expone estos objetos en su laboratorio ubicado en el museo de Israel en Jerusalén, la iniciativa puesta en marcha en 2017 tiene como objetivo “salvar estas raras e importantes piezas patrimoniales de las garras de los ladrones”.
Los arqueólogos israelíes creen que las cuevas sirvieron de refugio para los judíos en el momento de la destrucción del Segundo Templo de Jerusalén por los romanos, en el año 70, y durante la revuelta de Bar Kokhba unos 65 años después.
Según Avi Cohen, director del ministerio de Jerusalén y Patrimonio, que financió la excavación, el pergamino atestigua la historia judía de la zona y el “vínculo inseparable entre las actividades culturales judías y nuestro lugar en esta tierra”.
Fuente: La Nación