El hallazgo fue realizado por Yomira Silvia Huamán Santillán, egresada en Arqueología en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM); y el docente Pieter Van Dalen Luna, con la participación de estudiantes de la UNMSM y de las universidades San Cristóbal de Huamanga y San Antonio de Abad del Cusco.
Como dato de color sus manos parecen cubrir su rostro. Según la datación de los arqueólogos, el joven murió en algún momento entre el 1200 y 800 años atrás.
Según indican los descubridores, este hallazgo es prueba del intercambio comercial entre los habitantes de la sierra y los de la costa durante el periodo prehispánico tardío.
El cuerpo se encontró en una estructura funeraria subterránea ovalada de unos tres metros de largo y una profundidad de 1.40 metros. A este lugar se accede por una escalinata de siete gradas, según información de Yomira Silvia Huamán Santillán.
«Hemos logrado el descubrimiento de una momia que se encontraba ubicada al interior de una estructura funeraria de forma cónica subterránea y al ver las características se trataba de una momia que se encontraba amarrada con soguillas», dijo a la agencia de noticias AFP el arqueólogo Pieter Van Dalen, responsable del proyecto Cajamarquilla.
También se descubrieron los restos de un perro y un cuy andino (conejillo de indias), además de maíz y otros vegetales.
Según Pieter Van Dalen Luna, profesor de arqueología de la Universidad Nacional de San Marcos, Cajamarquilla era un centro urbano donde se desarrollaban múltiples funciones, además presenta gran variedad de sectores, como ser: sectores administrativos, domésticos y residenciales.
Cajamarquilla era una próspera ciudad situada en la orilla del río Rímac, la cual estaba habitada por unas 10 mil a 20 mil personas en un total de 167 hectáreas, según indican los expertos.
Se construyó hacia el año 200 antes de Cristo y estuvo ocupada hasta el año 1500. Destacaba por ser un lugar de comercio entre la gente de las zonas costeras y las que vivían en las montañas.
[the_ad id=»5010″]