Al observar el medallón encontrado en una antigua tumba egipcia en el año 2003, por el arqueólogo profesor Winwood, no hay forma de no relacionarlo con un origen extraterrestre.
El medallón, además de tener un valor económico por estar realizado íntegramente en oro, posee un valor sin precedentes desde el punto de vista histórico, por la gran cantidad de enigmas que muestran cada una de sus inscripciones, figuras y símbolos.
Descubrimiento del Medallón Egipcio
La historia del descubrimiento del medallón, tiene muchos grises, por llamarlo de alguna manera. Pero la historia investigada y “aceptada” es que dicho medallón fue descubierto en una antigua tumba egipcia por el arqueólogo profesor Winwood.
Cabe destacar que no hemos encontrado biografía o historia alguna de Winwood, con lo cual me remito a pensar que mis recursos son limitados.
Supuestamente, nuestro arqueólogo sustrajo varios objetos de una antigua tumba egipcia (cosa muy común) y al querer comercializarlo, fue detenido por la policía del Cairo, recuperado y puesto en custodia del museo. Cayendo dicho objeto en lo que se llama área prohibida de la arqueología.
El área prohibida de la arqueología estaría conformada por aquellos objetos que no se ajustan a una jerarquía protocolaria, ni a las creencias de la ciencia ortodoxa.
En el año 2011, tras las revueltas en Egipto, muchos tesoros fueron sustraídos del Museo del Cairo, entre ellos presuntamente este relicario, que fue puesto en venta en el mercado negro en el año 2012.
No pude constatar más documentación sobre su hallazgo. Por lo cual no sabemos fehacientemente la veracidad de la historia.
Oro, el metal de los Dioses
El oro fue y es, el objeto más importante de valor y poder para las culturas humanas.
Obviamente, los egipcios no fueron menos, pero aparte del valor económico, poseía un valor religioso mucho más importante.
El medallón de oro que portaba un Faraón, era sin duda un símbolo supremo de poder y solamente el Faraón era digno de tocar o mirar fijamente el estandarte.
Además, los egipcios consideraban al faraón como hijo del Sol y lo identificaban con Ra, empleando el oro en abundancia en el ajuar funerario de sus reyes.
El oro, entre otras cualidades, poseía un poder regenerativo y ayudaba al difunto faraón en su renacimiento como Osiris.
Las curiosas impresiones del Medallón
El ser que se encuentra en la parte superior del medallón, presenta una forma de cráneo y cabeza alargada (típica de las formas atribuidas a figuras extraterrestres). De su cráneo se emana una especie de rayos o sol.
Además, en sus manos, que se encuentran levantadas, podemos observar una especie de ojos.
Debajo, de la imagen anterior, podemos contemplar algo muy parecido (o por lo menos para mi entender) a un platillo volador. También algunos escritores asocian esta imagen a la forma de una galaxia.
El círculo central, podemos observar un Sol, con una especie de espiral en su interior y la imagen de dos faraones. Pero si prestamos atención, en la parte izquierda de la circunferencia, se observa una especia de serpiente roscada.
Para muchos investigadores (obviamente no ortodoxos), el Sol representado por los egipcios, no corresponde a nuestro Sol, sino a lo que llaman el Sol alado que correspondería al Sol de donde provienen los dioses, Nibiru.
Los cilindros que salen del círculo central, parecen una especie de contenedores de algún tipo de sustancia.
En la parte inferior, a derecha e izquierda aparecen dos Ángeles alados, que recuerdan por su forma al Arca de la alianza. Junto a los lados de los Ángeles alados están representados Isis y Horus.
También podemos observar una mujer amamantando un bebe.
Reflexión Final
El Medallón sin duda alguna nos está mostrando un hecho o una secuencia de hechos ocurridos en la antigüedad.
Y a partir de este momento, por lo menos a mí, me quedan dos opciones.
La primera, pensar que los antiguos egipcios eran muy imaginativos. Tan imaginativos que dibujaban a sus dioses con sus cráneos alargados. Tan imaginativos que, en un círculo central, custodiado por una nave espacial se encontraban Nefertistis y Akenaton, separados del resto de la escena.
Lo segundo es pensar, que realmente nos hemos perdido una secuencia importante de nuestra historia. Y hoy por hoy, no podemos, o no queremos aceptar, que estos hallazgos no son productos de la imaginación, sino de sucesos reales. Los cuales nos reusamos a aceptar.