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¿Qué tipo de Espíritus Existen?
En un artículo anterior hemos hablado en detalle de la vida de Allan Kardec, si quieres leer puedes hacer clic en: Allan Kardec en busca de los Espíritus.
Ahora nos vamos a dedicar a los tipos y escalas que existen dentro de la doctrina espiritista, ya que uno de los principios más importantes de su doctrina es el que establece diferentes órdenes de espíritus.
En un principio, se creyó que un ser, solo por el hecho de ser un Espíritu debía alcanzar la ciencia infusa (conocimiento no adquirido mediante el estudio, sino atribuido en algunas tradiciones a factores sobrenaturales) y poseer la suprema sabiduría. Es así, que muchísima gente se creyó en posesión de un medio infalible de adivinación.
En su extenso trabajo, Allan Kardec estableció una jerarquía, que le ha permitido clasificar a estos espíritus.
Esta clasificación la realizó de acuerdo a sus características, deseos e intenciones que le acompañan, además de las imperfecciones de su ser que aún deben trabajar.
En base a las observaciones empíricas que realizó, Kardec creó las siguientes divisiones. Pero antes estableció la siguiente aclaración, dejando en claro que los espíritus al igual que los humanos, los hay sabios, pero también los hay ignorantes.

Por lo que destaca que es importante aprender a reconocer el tipo de entidad para no dejarse engañar por estas.
¿Qué tipo de Espíritus Existen?
En base a lo mencionado, los espíritus admiten generalmente tres categorías principales o tres grandes divisiones:
Tercer Orden: en esta categoría encontramos a los denominados espíritus imperfectos, caracterizados por el predominio de la materia sobre el espíritu y la propensión al mal.
Segundo Orden: estos espíritus están caracterizados por el predominio del espíritu sobre la materia y por el deseo de realizar el bien. Comprende los espíritus buenos.
Primer Orden: comprende a los espíritus puros, que han alcanzado el grado máximo de perfección.
Según aclara Kardec, la anterior es una agrupación clasificatoria, pero aclara que no debe tomarse como algo rígido. Los espíritus no siempre pertenecen exclusivamente a tal o cual clase: su progreso se va realizando paulatinamente.
Por ende, pueden reunir los caracteres de muchas categorías, lo que es fácil reconocer por su lenguaje y por sus actos.
TERCER ORDEN. ESPÍRITUS IMPERFECTO
Por lo general aquí se agrupan los espíritus con predominio de la materia sobre el espíritu. Tiene cierta propensión al mal. Son espíritus ignorantes, orgullosos, egoístas.
Entre ellos encontramos los que no hacen bien ni mal. Otros, por el contrario, se complacen en el mal, y quedan satisfechos cuando haya ocasión de hacerlo.
Según Kardec, la característica del espíritu se refleja de acuerdo a su lenguaje. Todo Espíritu que, en sus comunicaciones, disfraza un mal pensamiento, puede clasificarse en el tercer orden.
Conservan también el recuerdo y la percepción de los sufrimientos de la vida corporal, y esta impresión es frecuentemente más penosa que en la realidad materia anterior.
A los Espíritus imperfectos se les puede dividir en cuatro grupos principales, a saber:
Novena clase: ESPÍRITUS IMPUROS.
Tiene definida inclinación al mal y lo hacen objeto de sus preocupaciones. Como Espíritus, dan consejos engañosos, sugieren la discordia y la desconfianza y adoptan todos los disfraces para engañar mejor.
Por lo general suelen buscar caracteres débiles que ceden a sus sugestiones, a fin de inducirles a su perdición.
La trivialidad y la grosería son en los espíritus, como en los hombres, indicio fidedigno de inferioridad moral, cuando no intelectual.
Algunos pueblos han convertido a estos espíritus de sexta clase en divinidades maléficas; otros les designan con los nombres de demonios, genios malos o espíritus del mal.
Hacen el mal por el placer de hacerlo, y eligen sus víctimas, casi siempre, entre la gente más honorable.
Octava clase: ESPÍRITUS LIGEROS.
Estos espíritus son ignorantes, maliciosos, inconsecuentes y falaces. Se meten en todo, responden a todo, y no se preocupan por la verdad.
Les gusta causar pequeñas penas y pequeñas alegrías, promover enredos, e inducir maliciosamente al error.
A esta clase pertenecen los espíritus vulgarmente designados con los nombres de duendes, trasgos, gnomos, diablejos…
Están bajo la dependencia de los espíritus superiores, que los emplean con frecuencia como nosotros empleamos a nuestros sirvientes o peones.
Suelen manifestar su presencia por efectos sensibles, tales como golpes, movimientos y desplazamiento anormal de objetos o cuerpos sólidos, agitación del aire, etc., es por ello que también reciben el nombre de espíritus golpeadores o perturbadores.
Séptima clase: ESPÍRITUS PSEUDO SABIOS.
Sus conocimientos son muy extensos; pero creen saber más de lo que saben. Su lenguaje es serio y puede inducir a error sobre sus capacidades y sus luces; pero esto no es, frecuentemente, sino el reflejo de los prejuicios y de las ideas sistemáticas de la vida terrestre: es una mezcolanza de algunas verdades con errores de monta, entre las que flotan la presunción, el orgullo, los celos y la tenacidad en mantener sus tesis, de los que no han podido despojarse.
Sexta clase: ESPÍRITUS NEUTROS.
No son, ni lo bastante buenos para hacer el bien, ni lo bastante malos para hacer el mal: se inclinan igualmente hacia el uno y hacia el otro, y no se elevan por encima de la condición vulgar de la humanidad.
Están apegados a las cosas de este mundo del que echan de menos los goces groseros.
SEGUNDO ORDEN. ESPÍRITUS BUENOS
Los espíritus de segundo orden, presentan un grado mayor de evolución que los de tercer orden.
En este grupo la parte del Espíritu sobre la materia, presentan el deseo del bien.
Sus cualidades y su poder para practicar el bien, están en razón directa con el grado a que han llegado: unos tienen experiencia, otros sabiduría y bondad; los más adelantados reúnen la sabiduría a las cualidades morales.
No estando aún completamente desmaterializados, conservan más o menos, según su rango, las huellas de la existencia corporal, sea en la forma del lenguaje, sea en sus hábitos, en los que se descubren algunas de sus manías.
Se les puede subdividir, también, en cuatro grupos principales, a saber:
Quinta clase: ESPÍRITUS BENEVOLOS.
Los espíritus de quinta clase tienen como cualidad dominante la bondad: se complacen en servir a los hombres y en protegerlos, pero su saber es limitado: su progreso es mayor en el orden moral que en el intelectual.
Cuarta clase: ESPÍRITUS CULTOS.
Lo que les distingue especialmente es la extensión de sus conocimientos.
Se preocupan menos de los asuntos morales que de los científicos, jamás utilizan ninguna de las pasiones que son propias de los espíritus imperfectos.
Tercera clase: ESPÍRITUS PRUDENTES.
Las cualidades morales del orden más elevado constituyen su característica. Sin poseer ilimitados conocimientos, están dotados de una capacidad intelectual que les da un juicio sano sobre los hombres y sobre las cosas.
Segunda clase: ESPÍRITUS SUPERIORES.
Estos espíritus son más elevados, es por ello que reúnen en sí la ciencia, la prudencia y la bondad; su lenguaje sólo respira benevolencia, y es constantemente digno, elevado y con frecuencia sublime.
Su superioridad les hace aptos para darnos las nociones más justas de las cosas del mundo incorpóreo, en los límites en que le es permitido al hombre conocerlo.
Se comunican voluntariamente con aquellos que buscan la verdad de buena fe y que están lo suficientemente desligados de las cosas terrestres para poder comprenderla.
PRIMER ORDEN ESPÍRITUS PUROS
Los espíritus puros de primer orden tienen como característica ninguna influencia de la materia; superioridad intelectual y moral absoluta, con relación a los espíritus de los otros órdenes.
Clase única.
La clase única es la escala de la iluminación. Estos espíritus han recorrido todos los grados de la escala, y están libres de todas las impurezas de la materia.
Han alcanzado la suma perfección de que es susceptible la criatura, no tienen que pasar por nuevas pruebas ni por nuevas expiaciones; y no estando sujetos a la reencarnación en cuerpos perecederos, gozan de la vida eterna en el seno de Dios.
Su dicha es inalterable, porque no están sujetos ni a las necesidades, ni a las vicisitudes de la vida material.
Son los mensajeros y los ministros de Dios, de quien ejecuta las órdenes para el mantenimiento de la armonía del Universo; tienen ascendientes sobre todos los Espíritus que le son inferiores, a quienes asignan la misión que han de desempeñar y les ayudan a perfeccionarse; y asisten a los hombres en sus tribulaciones.
Se les designa algunas veces con los nombres de ángeles, arcángeles o serafines. Los hombres pueden entrar en comunicación con ellos; pero sería muy presuntuoso el que pretendiera tenerles constantemente a sus órdenes.
Están equivocados los que califican a estos espíritus de increados. Los espíritus increados serían de toda eternidad, como Dios: y si en el Universo pudieran existir seres sin la voluntad de Dios, Dios no sería todopoderoso.
FUENTE: MANUAL PRÁCTICO DE LAS MANIFESTACIONES ESPIRITISTAS – Allan Kardec